miércoles, 2 de abril de 2014

Reflexiones: He callado y ya no me callo más


Por mucho tiempo he callado. He callado y ya no me callo más. Soy supercalifragillisticuespialidoso, como cualquiera, y a quien no le guste que me bese el culo. Es una afirmación que he dado a un personaje para un guión que espero escribir pronto. ¿Por qué hay que callar tus sentimientos razonados? Es más, ¿por qué habría que callar tus sentimientos más impulsivos? Durante mucho tiempo estuvo en mi inconsciente esa frase tan repetida en este país que dice: “tú; ver, oír y callar”. Ese instarte a “ser bueno” tan propio del nacionalcatolicismo que ya va siendo hora de superar. ¿Ver oír y callar tiene algo que ver con la bondad? Más bien con el miedo, con el temor más temible. Yo ya no me callo más. Sólo hablando se aprende cuándo es oportuno callar.

Me llegan noticias asombrosas e indignas. Me dicen que en USA han rechazado los órganos de un joven para donación por ser homosexual. ¿Alguien puede callar ante esto? ¿Si él hubiese callado los hubiesen aceptado? Sería esa una posibilidad que hubiese resultado igualmente horrible. Tener que hacer algo mal, como es ocultarse, para ser aceptado. Señores, estamos en el 2015. Sin embargo parece que para muchas personas todavía es  difícil alzar la voz y decir: “oye, que ser gay es algo natural con lo que me identifico, que eso es lo que soy”. 

Habrá gente a la que puede resultarle más complicado de la cuenta. Pero no imposible, ya no, no puede ser. 

Quiero pensar que ya no hay barrio ni pueblo, ciudad ni país donde no llegue Internet, los libros, la comunicación, para que un homosexual pueda contactar con otra gente de su condición. 

Sin embargo sé que sí puede ser imposible.

Quienes hemos tenido la posibilidad comenzamos a tener más felicidad y más generosidad en nuestra vida , más diversión y mayor disfrute en todos los aspectos, en lugar de más dolor. Hagamos todo lo posible entonces para que cualquiera pueda hacerlo. Por ello no me callo y digo que este caso dado en USA es inhumano, y que se debe combatir jurídicamente y con las pertinentes herramientas ante quienes hayan afrontado semejante decisión. Dejar que esos órganos se pierdan significaría que la voz pronunciada de ese joven no habría servido para lo que buscaba: vivir con mayor generosidad. Hablemos con decisión para que lo inhumano no se adelante a la honestidad de aquel joven que sencillamente fue él mismo y así lo quiso expresar.