miércoles, 16 de septiembre de 2015

Quiero ser humano, no un humano.

Ahí un texto de un día de enfado. Todo pasa, todo vuelve... de todo escapa uno:

Encuentras un trabajo con contrato y todo. Estás en el extranjero. En él, te exigen que seas eficiente. Algo comprensible. Pero llegado el momento, empiezan a presionarte. Da igual tu estado físico, lo importante es que les seas rentable. Al mismo tiempo, en tus ratos libres intentas hacer justicia de algo que te ocurrió unas semanas antes, en otro trabajo. Sentiste que se habían quedado un dinero que te pertenecía pero te dio miedo exigirlo en el momento de cobrar. Les escribes ahora una carta formal, pero ellos no van a hablarte. Pasarán esa agresividad a su súbdito, que era tu superior. Ese súbdito antepondrá la urgencia de mantener su trabajo a tu paz interior. Te dirá que si no eres hombre para ir a verle y todo eso. No, claro que no soy ese tipo de hombre. ¿No me ves?. No si ser hombre es ser agresivo.  No puedo, me da miedo, no soy fuerte. Me da mucho miedo. Me asusta. Aprenderé a defender mis derechos, pero no quiero aprender de vuestra forma. Al menos lo he dicho. He dicho que las cosas no son así.

Justo antes de iniciar este viaje volvía a ver "vínculos" (un cortometraje que rodamos hace unos siete años, disponible en tu tubo escribiendo vínculos Nach), y comprobaba el número de visitas de estos años. Debe ser que la violencia injustificada sigue siendo dolorosa para muchos que todavía intentan entender a razones...y reaccionan, pero si se frustran sus objetivos necesitan de la tan salvadora catarsis del arte. Sí, reaccionamos. Pero a veces sentimos miedo al hacerlo. El miedo sigue siendo violencia, contra nosotros mismos en este caso, autodestrucción. Tú me pasas tu mierda y como yo no quiero o no sé pasársela a otro, me hago daño.

Esto me pasó a mí en aquel trabajo.

Optamos entonces por no luchar. Tendrías que emplear la violencia y ahí alguien como tú tiene todas las de perder.

En el nuevo trabajo, como decía, la agresividad se materializa en presión aderezada con voces vacías. Estas nos hacen a todos correr, aceptar órdenes, caminar como si tuviésemos un petardo en el culo, y algo peor: arremeter contra nuestros propios compañeros por razones de muy poco peso. ¿Y si no fuese nuestra ineptitud general sino sus frustraciones transmitidas a nosotros, "inferiores", las que nos están haciendo actuar así?. Parece que varios nos planteamos esto, pero nadie lo dice. Nadie tiene valor de pararse a expresarlo. Tampoco mucho tiempo. Te exigen saberlo todo desde el primer día, y un error es un delito. Los propios compañeros (en esta ocasión una española, de esas madrileñas que se creen que competir es la misión vital y que después de Madrid sólo está Nueva York,  Barcelona es muy provincia para ella... ) te intentan hundir cuando les pareces pacífico, luchador, o incluso un "pasota" ante los sinsentidos que se dan en el mundo laboral. Nosotros, intentamos estar de vuelta de eso. Pero a veces nos supera. Nos duele la espalda y la barriga y queremos mandar todo a la mierda. A los pocos días los jefes empiezan a comprender algo, comienzan a notar que cuando no te gritan, efectivamente el trabajo sale bien. Comprenden que tu bloqueo mental venía de su presión absurda. Que tu inglés no era tan malo, simplemente con sus gritos no podrías contestar a los clientes ni siquiera en tu lengua materna. Quizá puedan ganar más dinero si te tratan con algo más de educación. Entonces aflojan, y notan que puedes hacer el trabajo como se espera. Apenas ha pasado el tiempo y ya conoces el complejo menú, los laberintos del hotel y hasta respondes al teléfono sea cual sea el acento inglés que salte al otro lado, incluso si quien llama está enfadado y necesita saber algo sobre lo que no tienes ni idea, pues has aprendido por ti mismo hasta a suponer cuales pueden ser las soluciones a los problemas que deberían responder otros. Todo bajo control, podemos relajarnos, ya eres eficiente. Pero un "perdón" no nos vendría mal. Sí, tan solo uno de esos tantos británicos "sorries", honesto o no, con o sin sentido, que ellos han debido escuchar muchas más veces que tú desde que llegaran al Reino Unido. Lo que pasa es que para ellos no hay nada que perdonar. Eres, "literally", un trabajador casual y así aprendieron ellos. No dan cabida a otras sensibilidades, a otras miradas, a otros sentires.

Afortunadamente, y aún dolido, sé que en mi entorno los que hemos sufrido esto sabemos también reírnos de ello(s) y somos conscientes de que estar aquí no es nuestro objetivo vital. Tenemos la suerte de contar con ciertos apoyos si queremos regresar.

Yo sigo con mi camino, porque no quiero ser duro, ni de piedra. Vuelvo a casa. Me llevo buenos recuerdos, amigos que como tal han estado ahí en los momentos más difíciles. Afortunadamente, aunque esto me ha hecho heridas jodidas, acabarán cicatrizando. Yo solo quiero ser humano, sencillamente. Quien quiera ser "un" humano, allá él. Yo me bajo de esa histeria global.